La cuestión que planteo es si el silencio nos habla o hablamos al silencio.
¿Alguna vez habéis escuchado al silencio?
Es uno de los elementos que pueden beneficiar o destruir nuestro estado anímico, nuestras relaciones personales y nuestra relación con el mundo.
El silencio es en sí un lenguaje cargado de incertidumbre y ambigüedad que hace que nazcan en las personas los peores miedos.
Para evitarlo lo llenamos con mil quehaceres creando un mundo que sostenemos con dinero, apariencia física y sensación de poder.
- Llenar el silencio interno esperando que lleguen correos y que nos hablen.
- Publicar en las redes para escuchar a los demás.
- Ahogarnos con la satisfacción de los likes o los ‘match’.
- Crear una imagen de espejo y sufriendo por mantenerla.
Luego está el silencio vacío, el que surge de la naturaleza, el silencio de estar presentes sin pasado ni futuro, el silencio de la respiración.
Este es el silencio que se escucha, el que solo oye las olas del mar o los coches del carrer Aragó, no importa el qué o el donde, solo supone vaciar de contenido ese instante.
Te doy pautas para que hagas de los silencios, espacios a tu favor:
- Pon atención a los distintos ruidos que ocurren en ese instante.
- Distingue qué ruidos vienen de fuera y cuales son los ruidos de tu interior
- Elige enfocarte en unos u otros, puedes cerrar los ojos también.
- Si eliges los del exterior, crea un ritmo con ellos, alarga este ritmo el tiempo que desees. Puedes acompañarlos con un ligero movimiento de tu cuerpo.
- Si eliges los ruidos interiores, el latir de tu corazón, el ruido de tu estómago, háblales de ti y de lo que ahora te ilusiona y escúchalos otra vez.
Al final son de cada persona los ojos que se interiorizan, y se escoge entre los ojos que piden la aprobación de los demás o los que sienten la pasión de ser quien eres.